Qué son las clases de activos y cómo elegir la más adecuada

Renta variable, renta fija, materias primas, liquidez, bienes inmuebles… La asignación de activos depende del perfil de riesgo y de la rentabilidad esperada.

Renta variable (acciones), renta fija (bonos), materias primas, liquidez, bienes inmuebles. Cada uno de estos elementos constituye una clase de activos: en una estrategia de inversión, las clases de activos se combinan para construir una cartera diversificada.

Una clase de activos define así un conjunto de instrumentos con características similares y un comportamiento similar en el mercado.

¿Cuáles son las principales clases de activos?

Las acciones son una parte del capital de una empresa. Quienes invierten en acciones ganan dinero a través de los dividendos, cuando se esperan, y de cualquier aumento del precio de la acción en relación con la compra cuando venden. Suelen proporcionar mayores rendimientos que los bonos, pero también conllevan más riesgo. 

Con los bonos, en cambio, quien los compra financia realmente a la entidad que emitió ese valor hasta su vencimiento. Pueden ser bonos del Estado, pero también valores emitidos por empresas o bancos. Al suscribir el valor, se adquiere el derecho a recibir intereses periódicamente y, al vencimiento, el reembolso del capital invertido.

La clase de activos monetarios, la de la liquidez, incluye las cuentas corrientes y las cuentas de depósito. Entre las materias primas, hay activos como los recursos naturales, los metales, los productos agrícolas o energéticos: se invierte en esta categoría suscribiendo productos que tienen como subyacentes materias primas. Los bienes inmuebles (bienes raíces) también pueden ser una clase de activos por derecho propio. 

Cómo combinar las clases de activos en la cartera

Qué clase de activos elegir y cómo combinarlos es la base de la estrategia de inversión.

El gestor de activos es el profesional que gestiona con precisión los activos de un inversor y define la asignación de activos de una cartera, optimizando su rentabilidad y riesgo previstos.

La asignación de activos debe estar relacionada con el perfil de riesgo de cada inversor. Un individuo con un perfil de riesgo más elevado tenderá, por ejemplo, a componer su cartera dando mayor peso a las acciones. Por el contrario, una persona con un perfil de riesgo más bajo incluirá más asignación a renta fija/bonos. 

Para cada uno puede haber una receta diferente. Pero uno de los pilares de una buena cartera de inversión sigue siendo siempre la diversificación.