Los tipos de contaminación que suponen una amenaza y cómo luchar contra ellos

La contaminación ambiental puede estar causada por fenómenos naturales como los incendios forestales o los volcanes activos. Sin embargo, el uso de la palabra contaminación implica, generalmente, una fuente antropogénica, es decir, que tenga como origen la actividad humana.

A mediados del siglo XX, la opinión pública empezó a tomar conciencia de la necesidad de proteger el aire, el agua y la tierra de la contaminación. La publicación en 1962 del libro de Rachel Carson, Primavera silenciosa, abrió los ojos de la clase dirigente. Este escrito se centraba en los daños medioambientales causados por el uso inadecuado de pesticidas y otras sustancias químicas que se acumulan en la cadena alimentaria y alteran el equilibrio natural de los ecosistemas a gran escala. 

Como respuesta, en muchos países se aprobaron importantes leyes medioambientales, como la Ley de Aire Limpio (1970) y la Ley de Agua Limpia (1972) en Estados Unidos. En España se aprobó la Ley de Espacios Naturales Protegidos de 1975 y la Ley de Protección del Medio Ambiente Atmosférico de 1978. Desde entonces, la opinión pública ha evolucionado y, cada vez, más ciudadanos muestran una mayor preocupación por la contaminación.

Tipos de contaminación

Dentro de la denominada contaminación ambiental encontramos diferentes categorías dependiendo del medio alterado por la actividad humana. A continuación, analizamos los más comunes y sus consecuencias para el medioambiente y las personas.

Contaminación atmonsférica

La contaminación atmosférica se produce cuando sustancias o productos químicos nocivos entran en el aire y alteran las características naturales de la atmósfera, ya sea en el interior o en el exterior. Este tipo de contaminación reduce la calidad del aire y puede tener efectos negativos en la salud humana, animal y vegetal. 

La actividad moderna en el último par de siglos ha provocado que el problema de la contaminación atmosférica sea mucho más generalizado y persistente. Las emisiones de los vehículos y aviones, la actividad industrial y la generación de ozono en las grandes ciudades son los principales causantes de este tipo de polución.

La introducción de contaminantes en la atmósfera y la disminución de la calidad del aire pueden tener graves consecuencias para la salud. Este fenómeno se ha relacionado con accidentes cerebrovasculares, cardiopatías, enfermedades respiratorias y ciertos tipos de cáncer. 

Se calcula que aproximadamente 2.400 millones de personas experimentan niveles inseguros de contaminación del aire en el hogar. La exposición a las partículas nocivas puede llegar a ser mortal: se calcula que la contaminación atmosférica está asociada a unos siete millones de muertes prematuras al año.

En el siguiente gráfico que refleja la mortalidad por contaminación atmosférica a escala mundial, vemos que en las tres últimas décadas las tasas de mortalidad han disminuido a la mitad. Pero, como vemos en el desglose, este descenso se ha debido principalmente a las mejoras en la contaminación del aire interior (el de dentro del hogar). ¿Las causas? El descenso de la población fumadora, la modernización de los sistemas de calefacción, la mejora de los materiales de los edificios, las tuberías… 

En cambio, las mejoras en la contaminación del aire exterior han sido mucho más modestas.

Hoy día, la toma de conciencia de la población ha provocado que muchas empresas y gobiernos hayan decidido tomar cartas en el asunto. Muchos países apuestan por la descarbonización de la economía y persiguen el ansiado objetivo de neutralidad en las emisiones o emisiones cero (equilibrio entre la cantidad de gas de efecto invernadero (GEI) que se produce y la cantidad que se elimina de la atmósfera).

Por su parte, las empresas también contribuyen apostando por nuevas tecnologías en la elaboración de productos, como el amoniaco verde; por el desarrollo de nuevas fuentes de energía, como el hidrógeno verde; o por modalidades de cultivo, como la agricultura regenerativa.

Contaminación del agua

La contaminación del agua se produce cuando sustancias y productos químicos nocivos entran en las fuentes de origen. Cuando esto sucede, el agua deja de ser apta para beber, nadar, o incluso limpiar, dependiendo del grado de contaminación. Como se aprecia en el siguiente gráfico, esto puede tener un impacto particularmente significativo en los países más pobres que no tienen acceso seguro a este bien de primera necesidad. En última instancia, puede provocar complicaciones de salud derivadas del consumo de agua contaminada.

Entre las causas de la contaminación del agua, destacan los residuos agrícolas, la falta de tratamiento de las aguas residuales, las tuberías en mal estado o la basura vertida a las masas de agua, como los plásticos y microplásticos.

Los principales afectados por la contaminación del agua son los peces, mariscos, aves, plantas y demás animales que viven en mares, océanos, lagos o ríos. Otra preocupación creciente es la proliferación de algas, normalmente causadas por residuos agrícolas, que cubren diferentes masas de agua, asfixiando a otras formas de vida. Hace un par de años, el Mar Menor empezó a sufrir este impacto derivado de la actividad agrícola. Otro caso conocido es el del Golfo de México, con una marea roja alimentada por la escorrentía de los campos fertilizados traídos por el río Misisipi, y floraciones de algas que pueden extenderse hasta 8.000 kilómetros a través del Océano Atlántico.

Como hemos contado antes, el impacto que la contaminación del agua tiene sobre los animales y la vida acuática se traslada a los seres humanos. Los peces que consumen toxinas pueden ser capturados y consumidos por las personas. Además, la presencia de toxinas en el agua puede provocar restricciones en la industria pesquera, lo que puede afectar a los medios de vida de aquellos que dependen de esta actividad. Esto afecta, sobre todo, a las poblaciones de países poco desarrollados económicamente.

En relación con la salud, el agua contaminada y el saneamiento deficiente están relacionados con la transmisión de enfermedades como el cólera, la diarrea, la disentería, la hepatitis A, la fiebre tifoidea y la poliomielitis, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

Entre las iniciativas para atajar este tipo de contaminación a nivel institucional, destaca el Foro Mundial del Agua, organizado por el Consejo Mundial del Agua (WWC, por sus siglas en inglés) que este año ha celebrado su décima edición en Indonesia. Este foro reúne a miles de participantes de todos los niveles y ámbitos, como la política, el mundo académico, la sociedad civil y el sector privado, entre otros. En él se debaten todos los temas relacionados con el agua, como la contaminación o la escasez y es una muestra del impulso institucional y privado del que disfruta en la actualidad este tema. Por ello, es una buena oportunidad invertir en agua apostando por empresas especializadas en el sector, como Xylem Inc, Republic Services Inc, Waste Connections Inc o Thermo Fisher Scientific Inc, ya sea comprando acciones directamente o a través de un fondo de inversión.

Contaminación del suelo

La contaminación del suelo describe la destrucción o el deterioro de la calidad de la superficie terrestre y de los paisajes como consecuencia de la actividad humana. Entre los contribuyentes a este problema se encuentran las actividades agrícolas, la minería, la tala de árboles o la basura acumulada en los vertederos. 

Este tipo de contaminación también tiene graves consecuencias sobre nuestra salud. Por ejemplo, los contaminantes vertidos son asimilados por los cultivos, y de ahí entran a nuestro organismo. La falta de tratamiento de los residuos médicos, como los antibióticos, aumenta la resistencia de los patógenos naturales a estos fármacos y se hace más difícil curarnos cuando nos infectamos.

Pero si hay un efecto adverso que destaca sobre los demás es la emisión de CO2 a la atmósfera. Se calcula que, de 2015 a 2050, se emitirán 69 gigatoneladas de este compuesto como consecuencia del cambio en el uso y la degradación del suelo, una cifra que representa el 17% de las emisiones actuales de gases de efecto invernadero cada año.

Para combatir la contaminación del suelo, las instituciones han planteado diversas iniciativas. En la Unión Europea destaca la ‘Estrategia de la UE para el suelo 2030’. Esta estrategia establece un marco y medidas concretas para proteger y restaurar los suelos y garantizar su uso sostenible, con medidas concretas a implementar para el final de esta década. Entre ellas, restaurar los suelos degradados y sanear los lugares contaminados o prevenir la desertificación desarrollando una metodología comunitaria para evaluar la desertificación y la degradación.

Este respaldo institucional garantizado durante el futuro próximo para disminuir este tipo de contaminación, al igual que sucede con los otros dos tipos que ya hemos descrito, mejoran el potencial de crecimiento de aquellas empresas que ofrecen soluciones en este ámbito. Es por este motivo que invertir en la industria maderera (al menos aquellas empresas que buscan soluciones sostenibles para prevenir la deforestación) o, de manera más genérica, en fondos sostenibles, es cada vez más atractivo para muchos inversores. 

Tras analizar los tres principales tipos de contaminación, ahora os explicamos otros dos que, si bien no son tan graves, van ganando importancia y afectan, sobre todo, a aquellos que viven en grandes ciudades: la contaminación acústica y la contaminación lumínica.

Contaminación acústica

No todos los sonidos se consideran contaminación acústica. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el ruido superior a 65 decibelios (dB) como contaminación acústica. Para ser precisos, el ruido se convierte en nocivo cuando supera los 75 dB y es doloroso por encima de los 120 dB. En consecuencia, se recomienda mantener los niveles de ruido por debajo de 65 dB durante el día y por debajo de los 30 dB por la noche para poder conciliar el sueño.

Entre las causas que provocan este tipo de contaminación destaca el ruido del tráfico rodado, que es el más presente en las ciudades. Para que os hagáis una idea, el claxon de un coche produce 90 dB.

Contaminación lumínica

Pese a que la luz eléctrica es fundamental ha empezado a afectar negativamente al medio ambiente. La contaminación lumínica, el uso excesivo o inadecuado de la luz artificial exterior, está afectando a la salud humana, al comportamiento de la fauna y a nuestra capacidad para observar las estrellas y otros objetos celestes.

En las zonas urbanas, las luces eléctricas de coches, farolas, oficinas, fábricas, publicidad exterior y edificios provocan dificultades para ver el cielo nocturno en todo su esplendor.

Más del 80 por ciento de la población mundial, y el 99 por ciento de los estadounidenses y europeos, viven en zonas sujetas a algún grado de contaminación lumínica que provocan alteraciones en el descanso. Esto puede aumentar el riesgo de obesidad, diabetes, trastornos del estado de ánimo, problemas reproductivos y cáncer.

En resumen, es crucial controlar todos los tipos de contaminación que nos rodean en nuestra vida diaria. Es necesario implementar medidas de control, promover prácticas sostenibles y concienciar a la población sobre la importancia de reducir nuestra huella ecológica. Solo a través de un esfuerzo colectivo podemos asegurar un futuro limpio y saludable para todos.