Cuando realizamos una operación financiera, uno de los aspectos que debemos tener en cuenta son los tipos de interés aplicables. Se trata del precio del dinero, es decir, lo que vamos a pagar al banco en caso de pedirle un préstamo o lo que obtendremos por prestar dinero a un tercero.
Pero no es lo único que debemos tener en cuenta. Veremos frecuentemente los conceptos de TIN y TAE cuando vamos a contratar productos financieros. Los podemos encontrar tanto en la contratación de productos (hipotecas, préstamos o créditos al consumo, refinanciación de deuda…) como para cualquier producto de una cartera de inversión (fondos de inversión, depósitos, cuentas de ahorro…).
TIN
El Tipo de Interés Nominal (TIN) es el dinero que se pagará o se recibirá por la contratación de un producto financiero en un periodo determinado de tiempo. Expresa, siempre en forma de porcentaje, la diferencia entre el importe obtenido y el reembolsado en un año.
Según la definición del Banco de España, el TIN aparece en los contratos en los que se pacta el pago de intereses, y se caracteriza porque en él no se descuenta la tasa de inflación. Por lo tanto, indica el tanto por ciento fijo que paga o cobra el cliente mediante el interés que se aplica al capital que ha solicitado bajo forma de préstamo o que ha depositado.
TAE
Por su parte, la Tasa Anual Equivalente (TAE) es, según el Banco de España, el coste o rendimiento efectivo de un producto financiero. Así, además del interés nominal, informa del plazo de la operación realizada y de las comisiones que los bancos pueden llegar a cobrar para su beneficio.
Es, por lo tanto, la diferencia real entre el importe que se obtendrá, o el que nos pagarán por el producto financiero contratado, y el que se deberá pagar al prestamista o el emisor del producto. A fin de cuentas, la TAE nos indica lo que ganaríamos si realizamos un depósito de un año o lo que nos costaría un crédito en el mismo periodo. Es, por lo tanto, un indicador mucho más extenso y fiable, que nos aporta mucha más información a la hora de comparar la rentabilidad de un depósito, o el coste de un préstamo.
Marco legal
La TAE es el indicador más útil a la hora de analizar las condiciones de contratación de un producto financiero y comparar ofertas. Por ello, una circular del Banco de España obliga desde 1990 a todas las entidades financieras a dar a conocer la TAE en todas sus operaciones pasivas (productos financieros) y activas (créditos o préstamos).
Del mismo modo, hay una definición legal acerca de lo que puede o no contener la TAE. La normativa ha ido adaptándose a nivel europeo, hasta llegar al concepto de TAE legal, que incluye una serie de gastos, como las comisiones de apertura o cancelación.
No obstante, siempre pueden aparecer gastos que el usuario debe asumir y que no están contemplados dentro de la TAE, como los gastos de notario y registro o la contratación de productos adicionales, a menudo ofertados a parte como voluntarios, pero que en la práctica son de contratación obligatoria, como los seguros asociados a ciertas ofertas financieras.
Las organizaciones de consumidores como la OCU piden que se tengan en cuenta todos estos aspectos para distinguir la TAE legal de la TAE real de un producto.
¿Cómo se calcula?
Para calcular la TAE de una operación financiera existen recursos, como el del portal Cliente Bancario, perteneciente al Banco de España, que nos permite hacer una simulación de cálculo.
El cálculo se realiza mediante una fórmula matemática que tiene ya en cuenta el tipo de interés, junto con los pagos y las comisiones bancarias, además de otros gastos o ingresos incluidos. La fórmula de la TAE es la siguiente: TAE = (1+r/f)f-1.
En esta fórmula matemática, la letra r hace referencia al tipo de interés nominal y se expresa en tanto por ciento. Por su parte, la letra f hace referencia a los pagos o cobros mensuales, que pueden ser 1 (anual), 2 (semestral), 3 (trimestral), 4 (cuatrimestral), 6 (bimestral) o 12 (mensual).
TIN y TAE, dos conceptos clave en las operaciones financieras
El TIN y la TAE son conceptos financieros que vemos a diario en multitud de anuncios y ofertas de productos financieros. Pero ¿sabemos realmente qué significan y en qué se diferencian? En este post, te ayudamos a comprenderlos mejor.