Te explicamos qué es la inflación

Guía de finanzas
Qué es la inflación, cómo se mide, por qué se produce y sus consecuencias.

Se habla de inflación cuando se registra una subida de precios generalizada y mantenida en el tiempo, es decir, no se limita a determinados productos o servicios. Pero, ¿qué implica este aumento?
De entrada, se pueden comprar menos artículos por cada unidad de moneda. Con esto, entendemos que el dinero “vale menos”. En este sentido, la inflación produce la disminución del poder adquisitivo de una divisa: la pérdida del valor real del medio interno, tanto como unidad de intercambio como unidad de medida de una economía.

Otros efectos colaterales son el desaliento del ahorro y de la inversión, fruto de la incertidumbre. Asimismo, suele registrarse a la larga escasez de bienes.

¿Cómo medimos la inflación?

Se usa un índice que refleja el aumento porcentual de una cesta de bienes ponderada, lo que se denomina Índice de Precios al Consumo o IPC.

¿Por qué se produce la inflación?

Existen varias situaciones que puede hacer que la inflación aumente.

Por consumo o demanda: la inflación en este caso se produce por la ley de la oferta y la demanda. Si la demanda es mayor a la producción o importación de bienes, los precios aumentan.

Por costes: cuando el precio de las materias primas crece, el productor intenta mantener su margen de beneficios aumentando el precio de su producto o servicio.
Inflación autoconstruida: cuando en una economía se prevé un importante aumento de precios, hay veces que se opta por ir aumentándolos poco a poco para que la subida sea gradual.
Inflación por expectativas: en economías donde la inflación es alta, los trabajadores exigen salarios más altos. Su mayor poder adquisitivo y la voluntad de mantener el margen de ganancias de los empresarios hacen que suban los precios. Esta situación se convierte en un círculo vicioso de inflación.

Por excesiva oferta de dinero: cuando el Banco Central emite moneda por encima de la demanda real. Así, cae el poder adquisitivo del dinero.

Cuando el IPC aumenta un 50% o 13.000% al año, hablamos de hiperinflación. En este caso, se trata de una inflación que estaría fuera de control y daría lugar un círculo vicioso. La hiperinflación apunta a una fuerte crisis económica.

No obstante, la inflación tiene algunos efectos beneficiosos. Permite a los bancos centrales equilibrar las tasas de interés nominal para frenar situaciones de recesión y animar a la inversión en proyectos de capital no monetarios.

Los ciclos de crecimiento económico están asociados a una inflación moderada. Cuando la inflación aumenta, puede revelar signos negativos: los productores podrían subir los precios de forma excesiva y continuada, desencadenando la hiperinflación.

Deflación, lo contrario a la inflación

Cuando se registra una caída generalizada y mantenida en el tiempo del IPC, se produce la deflación. Habitualmente esto sucede cuando cae la demanda. En este caso también se produce un círculo vicioso, ya que, para mantener sus beneficios, los empresarios suben los precios y recortan costes, despidiendo a sus empleados. Al aumentar el desempleo, la demanda sigue disminuyendo. La deflación se vincula con una caída general de la economía de un mercado. 

Las principales causas de la deflación son una demanda insuficiente o un exceso de oferta. Para que remita, son necesarias medidas fiscales (bajar impuestos y aumentar del gasto público para generar empleo) y políticas monetarias (como la devaluación).

Inflación e inversión

La inversión está indicada en periodos de inflación, pero hay que considerar que puede tener efectos negativos no sólo para el ahorro sino para el retorno potencial de la inversión. En el caso de inversiones con baja rentabilidad, la inflación podría llegar a comerse ese retorno. Activos, por ejemplo, basados en materias primas, y en especial, con precios futuros esperados, tienen rentabilidades totales que tienden a crecer en periodos inflacionarios. Los activos reales, como acciones o inmuebles, son otra opción.