Es llamativo tener que hablar de ‘escasez de agua’ cuando, al menos en los países del llamado ‘primer mundo’, tenemos litros y litros disponibles con tan solo abrir el grifo. Sin embargo, la escasez de agua a nivel global es ya una realidad y una problemática a la que se enfrenta el planeta.
¿De qué hablamos cuando apelamos a la ‘escasez de agua’?
Como sabes, el agua es condición sine qua non para la vida humana. No hay otro producto que la pueda sustituir. Esta sustancia, compuesta por dos átomos de hidrógeno y un átomo de oxígeno, es crucial para la supervivencia del planeta y del ser humano como especie.
Y aunque sabemos que la Tierra está compuesta por alrededor de un 80% de agua, lo cierto es que el agua dulce conforma solo el 3,5% de esa cantidad (el resto es agua salada), de la que tan solo el 0,025% es potable. Podemos indicar que, según estas cifras globales, algo que nos parece tan habitual y cotidiano como beber agua, es todo un bien de lujo.
Sin embargo, el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos publicado en 2020, entre otros, destaca que la Tierra tiene suficiente agua para cubrir las necesidades de toda la población del planeta, para garantizar su supervivencia. ¿Por qué hablamos entonces de ‘escasez de agua’? El problema reside en la distribución no equitativa de agua dulce, en el crecimiento poblacional y en el cambio climático, que genera sequías y escasez.
Redistribución desigual y cambio climático, factores decisivos
Según números del Banco Mundial y las Naciones Unidas (ONU) , la distribución del agua dulce en el planeta Tierra es tan desigual que alrededor de 2.000 millones de personas en todo el mundo no tienen acceso a servicios de agua potable gestionados de manera segura. Además, 3.600 millones no cuentan con servicios de saneamiento seguros y 2.300 millones carecen de instalaciones básicas para algo tan básico como lavarse las manos.
¿Y por qué? Los organismos internacionales apelan a la falta de fuentes de abastecimiento de agua y saneamiento, pero también a factores como el crecimiento demográfico, el uso intensivo del agua y, por supuesto, al fenómeno del cambio climático.
El cambio climático, definido como la alteración del clima y las temperaturas de la Tierra debido al aumento excesivo de gases de efecto invernadero, genera mayor variabilidad de precipitaciones, lo que trae consigo un aumento de la incidencia de fenómenos como las lluvias torrenciales o las sequías, determinantes para la cantidad de agua potable disponible y un buen reparto a nivel mundial.
Objetivos ODS: la escasez de agua en el foco
La lucha contra la escasez de agua no es solo un apunte más en las necesidades que tiene que tomar el mundo para ser más justo. Es decisiva para el progreso económico, la erradicación de la pobreza y también para el desarrollo sostenible.
Tanto es así que, dentro de los llamados ‘Objetivos de Desarrollo Sostenible’ (ODS) de las Naciones Unidas de la agenda 2030, tener acceso a agua limpia y saneamiento se ubica en el número 6 de la tabla. De hecho, ONU Agua, el mecanismo de la ONU relacionado con este elemento indispensable para la vida, realiza informes periódicos para analizar la deriva de este objetivo ODS y el escenario para posibilitar su consecución de cara al próximo 2030.
Así, sabemos que el cambio climático se manifiesta ampliamente a través del agua. Tal y como indica la ONU, 9 de cada 10 desastres naturales se relacionan con este elemento, esencial para la vida. Los riesgos se propagan mediante sistemas alimentarios, energéticos, urbanos y ambientales. La huella hídrica, la contaminación de los recursos y situaciones medioambientales como la sequía, tienen un impacto directo en la cantidad de agua dulce de la que disponemos y en cómo llega a todos los puntos del mundo.
Posibles soluciones a la ‘escasez de agua’
Aunque las perspectivas no son muy optimistas para los próximos años, los países firmantes de la agenda 2030 buscan dar solución al problema hídrico del mundo. ¿Cómo?
- Con nuevos enfoques en la gestión de recursos hídricos, como nuevos accesos a fuentes de agua confiables.
- Con el apoyo de acciones a gran escala para combinar recursos, tales como gestión de cuencas e infraestructuras sostenibles. Las políticas públicas y la cooperación internacional en materia de agua también se posicionan como indispensables.
- Con la promoción de inversiones y soluciones, entre las que encontramos:
- Tecnologías de reutilización y reciclaje. Invertir en compañías que tengan la tecnología apropiada para reutilizar y reciclar el agua puede aliviar la escasez de agua y las tensiones y consecuencias que genera. La tecnología del agua y sus compañías son fundamentales para este sector.
- Desalación de agua de mar. Muy relacionado con el punto anterior, dada la gran cantidad de agua salada presente en el mundo (más del 60%). Se ha desarrollado un importante mercado de empresas que ofrecen desde centrales “llave en mano” hasta nuevas tecnologías para convertir el agua marina en dulce y apta para el consumo humano. Los procesos para desalinizar el agua son variados. Según la compañía Veolia, por ejemplo, dedicada a soluciones de procesamiento y distribución de agua, existen dos principales técnicas de desalinización: la destilación o desalinización térmica, o la desalinización por membrana. En el caso de la desalación térmica, la sal y el agua se separan durante varios ciclos de evaporación. En cuanto a la desalinización por membrana, la compañía resalta que ese proceso mecánico se basa en la ósmosis inversa, que consiste en empujar el agua salada a alta presión a través de una serie de membranas que retienen hasta 95% de las partículas de sal y 99% de las impurezas.
- Tener infraestructuras hídricas apropiadas. Una red de distribución en condiciones es clave para reducir las pérdidas debido a tuberías obsoletas, además de asegurar una distribución de mejor calidad y rapidez a todos los usuarios.
Ejemplos de casos de éxito
Aunque estas ideas nos puedan parecer algo abstractas, lo cierto es que existen numerosos países que han implementado planes exitosos de mejora de infraestructuras hídricas para solucionar la escasez de agua.
Uno de esos casos es por ejemplo Singapur. A pesar de que hace tan solo unas décadas sus únicas fuentes de agua eran la lluvia y la importada de Malasia, lo cierto es que el país tomó la decisión de invertir en nuevas tecnologías y plantas desalinizadoras, así como en la limpieza de recursos hídricos. Ahora, el país es capaz de satisfacer hasta el 30% de sus necesidades de agua.
Pero no hace falta que vayamos tan lejos. En Europa también tenemos ejemplos clave. La capital de Suecia, Estocolmo, también es protagonista en este listado. La ciudad decidió en los años 90 reconstruir una antigua zona industrial y convertirla en un ecodistrito sostenible con el que ha conseguido reducir el consumo de agua por habitante.
No podía faltar entre los ejemplos de casos de éxito un caso de país desértico como Israel. Construido a lo largo de varias décadas, su sistema hídrico se basa en la conservación del agua, la desalinización y el uso del agua reciclada para irrigar sus cultivos.
Inversión inteligente y responsable
Estas posibles soluciones y ejemplos son solo algunas notas de todo lo que se puede llevar a cabo para hacer frente a la problemática del agua. Con todo ello encima de la mesa, está claro que para la consecución de los ODS y, en concreto, el Objetivo 6 sobre la gestión del agua, los estados tendrán que contar con el sector privado. La inversión en compañías capaces de aportar las soluciones tecnológicas para la mejora y desarrollo de infraestructuras hídricas eficientes, desde un prisma sostenible y ético es fundamental. Las inversiones inteligentes en agua limpia y saneamiento ayudan a prevenir muertes innecesarias y transformar vidas.