El papel de los insectos en la pérdida de biodiversidad

El cambio climático afecta a todas las especies de animales, incluidos los humanos y los insectos más diminutos. Aunque muchos desconozcan los beneficios que los insectos ofrecen al planeta, estos forman la base de los ecosistemas terrestres y su desaparición traería graves consecuencias. En España y Europa han comenzado a tomar medidas para proteger a los insectos y mantener su papel vital en los ciclos de todos los elementos fundamentales para la vida.

Según un estudio del University College de Londres (UCL) publicado en la revista Nature concluye que el número de insectos se ha reducido a la mitad debido al cambio climático. Este análisis es el primero en demostrar que factores como el uso intensivo del suelo y la subida de las temperaturas provoca la pérdida masiva de insectos a nivel global.

Para llegar a tales conclusiones, el estudio reunió datos sobre la biodiversidad de los insectos en más de 6.000 puntos diferentes del planeta durante dos décadas completas. Concretamente, sobre la relación entre los cambios de temperatura y de uso del suelo. Los resultados hablaban por sí solos: en las zonas tropicales el descenso de la biodiversidad fue mayor, debido al cambio climático, especies invasoras y la erosión de los suelos, y en aquellas en las que la agricultura no era de tanta intensidad, el tener hábitat natural Suficiente amortiguaba las pérdidas de insectos.

Los insectos son esenciales en la cadena trófica y, por ende, en la supervivencia del ser humano. Y la situación actual en el que las temperaturas suben cada año debido al cambio climático no es nada halagüeña. Los insectos son la principal fuente de alimentación de especies como reptiles, pájaros y anfibios. Según la FAO, de los insectos depende el 7% de los cultivos alimentarios del mundo y la desaparición de estos provocaría una reacción en cadena peligrosa. Asimismo, el 80% de toda la vegetación del planeta está compuesta por flores, las que, para reproducirse, necesitan de insectos polinizadores. Es decir: si los insectos desaparecen se llevarían con ellos la práctica totalidad de la vegetación de nuestro planeta.

Son una fuente alimenticia esencial para muchos anfibios, mamíferos, aves… Si la población de insectos disminuye esta cadena alimenticia podría verse afectada y muchas especies se perderían por falta de alimentación. Un 85% de las plantas con flores son polinizadas por los distintos insectos que realizan esta función. Además, el 80% de la biomasa vegetal que se encuentra en proceso de descomposición, son consumidas por insectos en bosques, campos y praderas.

Como mitigar la desaparición de los insectos en el planeta

En la ciudad inglesa de Brighton & Hove, el Consejo del Ayuntamiento ha acordado implantar una normativa de urbanismo relacionada con la protección de la biodiversidad en las ciudades: que todas las nuevas edificaciones cuenten con un ladrillo especial que pueda dar cobijo y morada a las abejas.

Pero no de cualquier tipo de abeja. En mente tenemos la clásica abeja de panal que produce miel. Sin embargo, estas no son las más numerosas: existen otras abejas, solitarias, que polinizan y no producen miel y estas son esenciales para preservar la biodiversidad urbana. Es por ello que, dicha localidad se ha puesto manos a la obra para intentar que este tipo de insectos pueda realizar su trabajo convenientemente y su número no descienda. Para esto, se ha contado con el ingenio de una empresa llamada Green&Blue que ha inventado un ladrillo especial llamado ‘Bee Brick’, diseñado para que las abejas puedan construir sus nidos y su población incluso pueda llegar a aumentar.

Y es que, básicamente, se trata de ayudar a una actividad que ya realizan las abejas, que es buscar edificios antiguos que cuentan con huecos o ladrillos viejos para anidar en ellos. Sin embargo, para algunos científicos no está del todo claro si aportan un beneficio palpable a la biodiversidad o si pudieran ser una fuente de ácaros y propagación de enfermedades.

Otros insectos como los escarabajos se alimentan de árboles caídos y animales muertos y, de esta manera, reciclan nutrientes devolviéndolos a la tierra de donde han salido. Muchos otros insectos actúan como descomponedores, creando capas superficiales en el suelo ricas en nutrientes y de este modo, ayudan al crecimiento y reproducción de plantas, flores y otros vegetales.

Avispas, mariposas, moscas, entre otros, polinizan las plantas y, hormigas o escarabajos cumplen la función de excavadores, logrando que las plantas se beneficien de los canales de agua que van generando.

Las chinches y mantis religiosas benefician a las plantas al evitar la sobrepoblación y plagas de pulgones y orugas que se alimentan de los brotes de las plantas.

¿Y España?

La mayoría de los insectos viven en climas tropicales y húmedos, ya que son poiquilotermos, por lo que su temperatura corporal depende de la temperatura del ambiente donde viven. Ese es el motivo por el que en España solo los encontramos en verano.

Que existan municipios en España con el nombre de ‘Colmenar’ no es baladí. Todas ellas cuentan con una gran relevancia en el sector apícola. España cuenta con el 1% de todas las colmenas de la UE, el 22% de sus apicultores profesionales e ingresa anualmente 62 millones de euros al año en producción de miel, cera y polen, según datos ofrecidos por El Mundo.

Y con respecto a las ciudades, ya podemos encontrar colmenas en las ciudades como en O Burgo en Galicia, donde existe un apiario urbano en su jardín botánico; o más al sur, en Málaga, en la que se han colocado colmenas urbanas en el Ayuntamiento o en la Facultad de Ciencias del Campus de Teatinos.

El caso de Valencia, sin embargo, es paradigmático: debido al aumento de pesticidas en el campo y la situación de sequía, poblaciones de abejas que se contaban por miles llegaron a la ciudad y comenzaron a crear enjambres en coches abandonados, troncos de árboles, etc. El Ayuntamiento, lejos de ver esta situación como una amenaza, ideo lo siguiente: colocar diferentes cajas por la capital con un químico atrayente y así luego trasladaras a colmenas urbanas controladas.

En Valencia, a día de hoy, ya hay aproximadamente veinte colmenas en zonas de la ciudad, como el Observatorio o el Museo de Ciencias Naturales en el Jardín de Viveros. En este sentido, el ayuntamiento de la ciudad pretende solicitar una ley a nivel autonómico que favorezca la apicultura urbana dado los enormes beneficios que aportan estos insectos a humanos y ecosistema.

Una de las principales medidas de conservación de la naturaleza en España se ha basado en la designación de espacios protegidos. Estas áreas son consideradas naturales o seminaturales, en las que se ha buscado mantener los procesos ecosistémicos para preservar su biodiversidad y ofrecen un espacio seguro a moscas, mosquitos, mariposas, escarabajos y demás insectos que contribuyen y benefician la biodiversidad del país.