Por qué la economía azul es tan importante para América Latina

Inversión sostenible
El océano cubre el 70% de la superficie terrestre, convirtiéndose en el mayor ecosistema del mundo y desempeñando un papel clave en la lucha contra el cambio climático. Además, el entorno marino contiene una importante biodiversidad y es la fuente del 15 % de las proteínas animales que consumimos.

Según datos de Naciones Unidas, la economía oceánica mueve entre 3 y 6 mil millones de euros al año. Por su parte, América Latina es una de las regiones con un entorno más privilegiado y ligado al medio marino: tiene aproximadamente 240.000 km de costa y casi un 30% de su población depende de la riqueza del océano.

Economía azul: La necesidad de conservación marina en América Latina y el Caribe

La economía azul considera los océanos como un motor de innovación y desarrollo económico sostenible, y promueve la imitación del funcionamiento de la naturaleza. Su fundamento se encuentra en el principio de la economía circular que permite reconvertir los residuos de nuevo en materiales eficientes.

El Banco Mundial define este modelo de desarrollo como un “uso sostenible de los recursos oceánicos para el crecimiento económico, la mejora de los medios de vida y el empleo, al tiempo que se preserva la salud del ecosistema”.

La economía azul, por lo tanto, pretende poner en valor el ecosistema más amplio y rico del planeta, así como fomentar un sistema económico más sostenible que rechaza el consumismo de usar y tirar.

América Latina es una de las regiones del mundo con más oportunidades en el desarrollo de la economía azul. Asimismo, posee una gran riqueza natural que merece protección constante debido a su gran fragilidad. Así, por ejemplo, la región alberga la segunda barrera de coral más extensa del mundo: el arrecife de coral mesoamericano. 

Además, la mayoría de los países de América Latina y el Caribe tienen más territorio marino que terrestre. De hecho, casi para una veintena de países, las áreas marítimas de su zona económica exclusiva superan el 75 % de su territorio nacional.

A todo ello, hay que sumar que más del 25 % de la población de América Latina y el Caribe vive en zonas costeras y su población depende de industrias como la pesca, la acuicultura, el transporte marítimo y el turismo. De acuerdo a los datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la economía azul aportó más de 400 mil millones de euros al PIB de la región.

Proyectos de conservación e impulso a la Economía Azul en Perú, Chile, Ecuador y Brasil

A pesar del peso clave y creciente de la economía azul en América Latina, la realidad es que el impacto de la actividad humana se está dejando notar con un efecto devastador en algunos casos.

La pesca ilegal es un problema grave en las costas de los países latinoamericanos y en el Caribe el coral vivo se ha reducido hasta en un 80% en las últimas tres décadas, debido a la contaminación química y a otros elementos producto de actividades agrícolas terrestres y del cambio climático.

Además, en este entorno de parajes y océanos ricos en biodiversidad, paradójicamente, millones de personas tienen problemas para encontrar agua potable. Por ello, existen numerosos proyectos impulsados por Economía Azul Sostenible del programa de la ONU para el desarrollo (PNUD), así como por el BID.

El océano frente a Chile, Perú y Ecuador es una de las áreas oceánicas más productivas del mundo: captura carbono azul y concentra hasta un 20% de la pesca global.

En Perú, un proyecto financiado por el Banco Mundial apoya la acuicultura innovadora y las prácticas de pesca artesanal o con poco impacto, de pequeña y mediana escala.

En Brasil, entre los proyectos de impulso a la Economía Azul, se está trabajando en la investigación de oportunidades para descarbonizar el transporte marítimo.

Y en Ecuador, un proyecto también del Banco Mundial, aborda la sostenibilidad ambiental y social, así como el manejo integrado de la costa de las Islas Galápagos. 

Tendencias en modelos de negocio en Economía Azul en América Latina

Existen modelos de negocio exitosos que favorecen el crecimiento económico sostenible y medios de subsistencia de alta calidad para la población, a la par que la conservación de un entorno marino más saludable.

Un ejemplo innovador es la reducción del sargazo, un tipo de alga que impacta negativamente en la diversidad. Para su eliminación, se ha trabajado en convertir las algas en abono, comida para animales, biocombustible y otros productos comerciales, como cosméticos.

Este tipo de actividades permite la mitigación y adaptación climática, la conservación de la biodiversidad y una fuente de ingresos, así como puestos de trabajo de calidad.

La pesca legal en América Latina está valorada en unos 15.000 millones de euros y produce, aproximadamente, 12,5 millones de toneladas que contribuyen directamente a la seguridad alimentaria de millones de personas.

Por su parte, la acuicultura produce más de 3 millones de toneladas de productos y está valorada en más de 17.000 millones de euros, mientras que los arrecifes de coral aportan alrededor de 4.000 millones de euros al año y los manglares, 80.000 millones de euros.

De momento, y a pesar de las numerosas oportunidades, la región aún presenta un déficit en financiación de actividades de economía azul. Según el BID, América Latina y el Caribe sigue sin alcanzar la mayoría de las metas asociadas al Objetivo de Desarrollo Sostenible 14, la vida submarina.

El organismo multilateral apunta a que existe “una clara necesidad de mayor inversión, de todas las procedencias, para gestionar y ampliar eficazmente las zonas de conservación marina y apoyar a las empresas de la región que priorizan la economía azul sostenible”.

Principios financieros de la Economía Azul Sostenible de la ONU

En 2018 se aprobaron los principios financieros de la economía azul para orientar a bancos, aseguradoras e inversores sobre la financiación de la economía azul y que todas las entidades del panorama financiero se puedan unir a esta tendencia que promueve crecimiento económico fuerte a la par que sostenible.