Partimos del concepto de riesgo en el ámbito de las inversiones: es la posibilidad de no conseguir los resultados esperados de una inversión. Y continuamos con la definición de rentabilidad: relación existente entre los beneficios que proporciona una determinada operación financiera y el esfuerzo e inversión necesarios para conseguirlo en el tiempo.
Con esto, el riesgo va vinculado a la rentabilidad: el inversor debe tener siempre presente que para obtener el mayor rendimiento en una inversión, los riesgos que asume son mayores. A esta correlación positiva se la denomina compensación riesgo-rendimiento o riesgo-rentabilidad.
Todas las inversiones implican algún riesgo. Existen diversos tipos de riesgo (riesgo de variación de precios, riesgo de tipo de interés, riesgo de liquidez, riesgo de divisa…). Por ello, es fundamental conocer de antemano nuestra percepción y predisposición frente al riesgo antes de tomar cualquier decisión: hay inversores dispuestos a arriesgar grandes cantidades en inversiones de alto riesgo para obtener un mayor beneficio, mientras que otros prefieren dosificar su volumen de inversión en inversiones de menor riesgo. Esta percepción subjetiva se conoce como tolerancia al riesgo.
Para evaluar la compensación riesgo-rendimiento y la tolerancia al riesgo, entre otros aspectos, las entidades financieras están obligadas a realizar una serie de pruebas, técnicamente conocidas como test MiFID de idoneidad y conveniencia, para ofrecer la inversión que más se adapte a la tolerancia al riesgo de cada inversor, a su situación financiera y a sus objetivos.
El equilibrio, solución para compensar riesgo y rentabilidad
Invertir en una cartera equilibrada es una solución para compensar este binomio. La diversificación, por la que se incluyen inversiones de diversos grados de riesgo simultáneamente en una cartera de activos financieros, permite obtener beneficios de un mercado al alza protegiéndose frente a pérdidas derivadas de otro mercado que pueda estar a la baja en ese mismo periodo de tiempo.
La información es poder
Cuánta más información tengamos acerca de las operaciones financieras que pretendemos llevar a cabo, mayor control ejerceremos sobre el riesgo, real o percibido. Esta información nos proporciona una visión útil y global, adaptada a nuestra tolerancia al riesgo, para luego tomar las decisiones correctas a partir de una estrategia acorde a nuestra situación financiera personal, la del mercado y nuestras necesidades.
Obtener la información adecuada y procesarla no es una tarea simple y requiere conocimientos, tiempo y medios que pocos tienen. Para ello es fundamental contar con el asesoramiento profesional para el diseño equilibrado en riesgo y rentabilidad de una cartera de inversiones. El asesor tiene acceso a la información, los medios y los conocimientos para, una vez determinado nuestro perfil de riesgo, ofrecernos soluciones de inversión siempre moldeadas en función de tu situación y objetivos.
Monitorización y evaluación
La supervisión de la evolución de nuestras inversiones y su replanteamiento son fundamentales para modificarlas y adaptarlas a las siempre cambiantes condiciones de mercado y realidades personales. Ante la dificultad que el seguimiento de una inversión implica, el papel del asesor profesional se antoja aquí de nuevo como imprescindible.