¿Existe la brecha de género en la salud?

Inversión sostenible 4 min. de lectura
En los últimos años, las conversaciones en relación a la igualdad de género han girado en torno a los derechos y libertades pendientes de conseguir por parte de las mujeres. Uno de los aspectos que quizás pasa más desapercibido es la brecha de género existente en el campo de la salud, desde la investigación a la atención. Por ello, analizamos los potenciales beneficios económicos que se producirían al reducir estas disparidades.

¿A qué hace referencia el término brecha de género en la salud? De manera resumida, se puede agrupar en dos tipos de fenómenos. Por un lado, la información incompleta de enfermedades que afectarían de forma desigual a las mujeres, debido a la falta de financiación o de inclusión de estas en los ensayos clínicos. Por otro, a que aparentemente las pruebas existentes se interpretan teniendo en cuenta los síntomas de los hombres por defecto.

Las diferencias existen entre países, pero según recalca el informe Closing the Women’s Health Gap: A $1 Trillion Opportunity to Improve Lives and Economies, elaborado por McKinsey Health Institute, que analiza las causas y consecuencias de la brecha de género en el ámbito sanitario a nivel mundial, no hay ninguna región geográfica ni grupo de edad que no se vea afectado por este fenómeno.

Como consecuencia, parece ser que las mujeres pasan un 25% más de su vida con peor salud que los hombres. La buena noticia que arroja este estudio es que solucionar este problema reportaría un beneficio en dos ámbitos. 

En el de la salud, reducir la brecha de género sanitaria equivaldría a recuperar 75 millones de años de vida anuales a nivel mundial, perdidos por mala salud o muerte prematura. Esto añadiría, de media, siete días cada año vivido a las mujeres.

En relación con la economía, provocaría un aumento de la participación de las mujeres en el mercado laboral -el estudio estima que la brecha de género en el ámbito sanitario impide trabajar a 137 millones de mujeres-, lo que impulsaría la economía mundial en 1.000 millones de dólares al año hasta 2040.

Causas de la brecha de género en la salud

Según el mismo estudio, este problema se puede abordar desde varias perspectivas.

En el campo de la ciencia, los estudios de biología históricamente se han basado en el cuerpo masculino, lo que dificultaría la comprensión de las diferencias biológicas basadas en el sexo. La consecuencia directa es un menor número de tratamientos -y menos eficaces- para las mujeres. Por otro lado, los datos disponibles excluyen o infravaloran las afecciones que las afectan mayoritariamente.

En el campo de la atención sanitaria, y siempre según este informe de McKinsey, parece ser que ellas tienen más dificultades para recibirla y es más probable que sufran retrasos en las citas y un trato menos óptimo.

Por ejemplo, al ser dadas de alta, las mujeres que han sufrido un infarto tienen menos probabilidades de que se les prescriba un tratamiento preventivo secundario para reducir el riesgo de nuevos episodios, lo que (junto con otros factores de riesgo) contribuye a que las mujeres tengan el doble de probabilidades de morir de un infarto grave.

Por último, parece ser que la inversión en investigación de la biología femenina sería menor que en la de los hombres, lo que se traduce en un menor conocimiento científico sobre su cuerpo, así como en menos datos para respaldar inversiones en salud femenina.

De hecho, en Canadá y el Reino Unido solamente el 5,9% de las subvenciones concedidas entre 2009 y 2020 en este campo se centraron en resultados específicos sobre la salud de la mujer.

Cómo reducir la brecha de género en la salud

Para mejorar esta situación es preciso comprender los efectos de la brecha sanitaria, impulsar iniciativas en varios frentes y aplicar un enfoque multisectorial.

Por un lado, sería necesaria una mayor inversión en investigación centrada en la mujer para rellenar las lagunas de conocimiento en el campo del I+D. Por ejemplo, en relación con la endometriosis, el embarazo y las complicaciones postparto, y sobre enfermedades que afectan a las mujeres de forma diferente o superior según las estadísticas mundiales, como las cardiovasculares. Para ello, es necesario incentivar la inversión también en ámbitos de la salud de la mujer y desarrollar nuevos modelos de financiación.

También sería importante mejorar la recopilación sistemática y el análisis de datos específicos de género, para establecer una representación más exacta de los problemas sanitarios que afectan a las mujeres y evaluar el impacto de las distintas intervenciones.

Asimismo, el informe mencionado recomienda aumentar el acceso a la atención específica en todos los ámbitos, desde la prevención al tratamiento. ¿Cómo? Aplicando políticas de apoyo a la salud de la mujer, como la adaptación de los planes de estudios de las facultades de medicina, o de la normativa laboral, para mejorar la experiencia durante etapas tan importantes como el embarazo o la menopausia. 

Invertir en salud

Debido al potencial de este problema, unido a otras circunstancias como la revalorización social de la sanidad tras la pandemia, la inversión en salud está creciendo, entre otros ámbitos, en el de la mujer. De hecho, el aumento de la inversión en capital riesgo en salud femenina entre 2018 y 2023 ha sido del 314% en Europa y Estados Unidos. 

Si estás interesado en invertir en salud, puedes consultar más información aquí.