La agricultura regenerativa (AR) es un sistema de cultivo que apuesta, como su propio nombre indica, por la restitución de la salud del suelo, el incremento de la biodiversidad y la generación de cultivos más resistentes al cambio climático.
Esta modalidad redunda en una mayor productividad y rentabilidad para el agricultor y contribuye a la sostenibilidad aunando dos mundos: la forma tradicional de cultivo y la innovación basada en el conocimiento científico que se tiene hoy en día.
¿En qué consiste la agricultura regenerativa?
En un mundo cada vez más consciente de los desafíos ambientales y la sostenibilidad, esta modalidad de agricultura ha emergido como respuesta para enfrentar los problemas que afectan a la agricultura tradicional. Tal es su importancia, que a esta tendencia no solo se están sumando quienes la pueden poner en práctica, sino que también se puede invertir en ella a través de fondos de inversión.
Pero, exactamente, ¿qué es la agricultura regenerativa y en qué consiste?
1. La tierra no se labraCuando se labra la tierra se daña la estructura del suelo y éste se vuelve más vulnerable a la erosión. Además, arar la tierra reduce la capacidad del suelo para conservar agua y puede (al alterar la estructura natural del suelo) liberar el carbono almacenado en la tierra a la atmósfera. La agricultura regenerativa apuesta por plantar en el lugar de la anterior cosecha, sin retirarla. Para ello se pueden utilizar distintas técnicas, como pasar un rodillo que aplaste el cultivo anterior. Este tipo de suelo será más resistente a lluvias torrenciales o al viento.
2. No utiliza fertilizantes químicosAl no labrar la tierra y plantar sobre los residuos del anterior cultivo, sin retirarlo, se genera una capa de materia orgánica que a su vez sirve de abono natural. Pero además, se puede añadir más materia orgánica, procedente de vegetales triturados o microorganismos.
3. No se utilizan pesticidas En su lugar, hay varias soluciones ecológicas que se pueden adoptar, como plantar cerca del cultivo otras especies beneficiosas o fomentar la presencia de otros insectos depredadores que cumplen una función ahuyentadora de plagas. De esta manera, la agricultura regenerativa apuesta por fomentar la biodiversidad para mantener a raya las plagas, eliminando la necesidad de recurrir a pesticidas industriales.
4. Requiere un riego menos intensivoCuanta mayor materia orgánica tenga un suelo, más capacidad de retención de agua posee, algo clave en un entorno climático en el que se observan sequías cada vez más constantes y globales.
5. Rotación de cultivosPara evitar el agotamiento de los nutrientes del suelo y promover que no prosperen las plagas, se rotan cultivos con necesidades diferentes. Diversificar las especies cultivadas y los sistemas de cultivo ayuda a crear un ecosistema más equilibrado y resiliente.Otra alternativa consiste en practicar técnicas como la Agroforestería, que combina árboles con cultivos o ganado en el mismo terreno. Esto aumenta la sinergia entre ambos: los animales se alimentan de pasto fresco y las plantas se benefician de los excrementos del ganado.
6. Reduce la emisión de gases de efecto invernaderoLa agricultura regenerativa no exige el uso de tanta maquinaria agrícola (con las emisiones que ello conlleva), ya que no se labra la tierra ni se utiliza maquinaria para rociar grandes extensiones con pesticidas. Por otro lado, una tierra fértil también absorbe mucho más CO2 atmosférico y es capaz de almacenarlo en forma de carbono en el suelo, disminuyendo su concentración en la atmósfera.
Agricultura regenerativa y economía circular
En Europa todavía no existe un sello que certifique la agricultura regenerativa (en EEUU, desde 2017 sí), pero se están llevando a cabo proyectos que ejemplifican en qué consiste esta modalidad. En España, la asociación Agricultura Regenerativa Ibérica ha creado un mapa con las distintas explotaciones agrícolas que llevan a cabo esta nueva forma de cultivo. En América Latina, existe la iniciativa R2A impulsada por The Natural Conservancy, que aglutina a gobiernos, corporaciones y productores para implementar prácticas que impulsen la restauración forestal y la protección de recursos.
Lo cierto es que este tipo de agricultura emergente es solo una parte de la economía de la regeneración, que no se limita solo al cultivo: revertir la pérdida de biodiversidad terrestre requiere una serie de medidas integradas, como ampliar la vida útil de los productos, reducir el flujo de mercancías, aumentar la circularidad de los flujos de recursos y restaurar las tierras degradadas.
Por eso, las políticas regenerativas, entre ellas, la agricultura, están despertando el interés en diferentes sectores a nivel profesional y también en el plano de la inversión.
Si tienes más curiosidad sobre la agricultura regenerativa y lo que supondrá para el futuro y de un mundo más sostenible, el documental de Netflix Besa la tierra, agricultura regenerativa, profundiza mucho más en ella.