Las obligaciones son instrumentos financieros que permiten a quien las compre recibir, al término del período acordado con la entidad emisora, el reembolso del capital invertido más intereses. Por este motivo, se conocen como títulos de deuda. Vamos a descubrirlo en 10 puntos.
- Emisor
Es la sociedad, o el Estado, que pone en el mercado la obligación. En función de su fiabilidad y de su solidez económica, deberá pagar una determinada cuota de dinero en concepto de intereses a los suscriptores. Cuanto más alta sea su calificación y, por tanto, su fiabilidad, menos intereses deberá abonar a quienes hayan comprado su obligación. - Vencimiento
Cada obligación debe tener una fecha de vencimiento, es decir, una fecha en la que el emisor deberá reembolsar al comprador. En general, se distingue entre obligaciones a corto, a medio y a largo plazo, con duraciones que van de los 3 meses a los 30 años. - Interés
Quien compra una obligación lo hace porque, en función del tipo de instrumento y de los riesgos asociados a este, se le promete un interés. También es una especie de «garantía» sobre el préstamo de dinero: el comprador se fía del emisor prestándole una cantidad de dinero, pero se espera que en un determinado plazo de vencimiento le pague los intereses, entre otras cosas, para demostrarle que ha hecho una buena inversión. - Tipo fijo
Las obligaciones ordinarias de tipo fijo son aquellas con intereses previamente definidos y acordados entre el emisor y el inversor. - Tipo variable
Por obligaciones de tipo variable se entienden las obligaciones con intereses que pueden variar en función de las fluctuaciones de los mercados. - Rendimiento
Las obligaciones no solo prevén intereses, sino también un rendimiento: este se determina por la suma de intereses y plusvalías, es decir, las ganancias en concepto de capital que devenga el título en cuestión si fue comprado por el suscriptor a un precio menor que el precio en el momento del vencimiento, al cual será vendido. Pero también existe el riesgo contrario: si el precio baja, se registrará una pérdida en concepto de capital. - Riesgos
Las obligaciones son menos arriesgadas que las acciones, porque comprando obligaciones se presta dinero, mientras que las acciones son participaciones en el capital de riesgo de una empresa. Si la empresa quiebra, el accionista lo perderá todo, mientras que el obligacionista recibirá un reembolso de lo que quede. Tal como ya hemos comentado, cuanto más alta sea la calificación de la empresa/Estado, menor será el riesgo, pero también serán menores los rendimientos garantizados. - Bonos del Estado
Las obligaciones pueden ser emitidas por el Ministerio de Economía en nombre del Estado, como en el caso de Italia. En este caso, los inversores pueden escoger entre distintos tipos de bonos: algunos de los más comunes son los BOT (bonos ordinarios del Tesoro), los BTP (bonos del Tesoro polianuales) y los CCT (certificados de crédito del Tesoro), cada uno de ellos con sus propias características y períodos de duración. - Bonos corporativos
Aparte del Estado, los demás emisores de obligaciones son las empresas, los bancos y otras sociedades privadas. En su caso, al igual que en el de los Estados, el objetivo es autofinanciarse y obtener liquidez inmediatamente. En general, ofrecen rendimientos más altos que los Estados, al ser entidades más pequeñas y, por tanto, potencialmente más expuestas al riesgo. Pero el hecho de que depositen bonos corporativos en el mercado suele ser una buena señal, ya que significa que tienen intención de invertir para mejorar su negocio y seguir creciendo. - Impago/Default
Los inversores se arriesgan a perder una parte de su dinero únicamente en caso de quiebra de la empresa o de bancarrota del país. En este sentido, es evidente que los títulos de EE.UU. o de Alemania son más seguros que los de, por ejemplo, Zimbabue o Venezuela, por lo que también pagarán menores intereses, al tener un riesgo de impago bajísimo.