Muchos economistas e inversores esperaban una pausa más larga entre crisis bancarias, pero las cosas han salido de otra manera. En el último año, con la guerra de Ucrania, la escalada de los costes energéticos, la inflación galopante y el encarecimiento del dinero, la inestabilidad sigue dominando el escenario geopolítico y económico mundial.
Sin embargo, centrémonos en la crisis bancaria, para entender cuáles fueron las causas y tratar de anticipar las posibles consecuencias.
La crisis del Silicon Valley Bank en Estados Unidos
Fue la primera y algunos dirán que era sólo cuestión de tiempo. Pero, ¿qué ocurrió con el primer banco que empezó a resquebrajarse en marzo, el Silicon Valley Bank?
El 8 de marzo, el banco anunció a los mercados que había perdido casi 2.000 millones de dólares y que ya no podía hacer frente a las retiradas de fondos de los clientes, por lo que tendría que vender algunos activos para permitir las retiradas. En cuestión de minutos, cundió el pánico entre los altos directivos de muchas start-ups y empresas tecnológicas estadounidenses, principales clientes del Silicon Valley Bank. Este pánico dio lugar a lo que se conoce como "estampida bancaria": un gran número de titulares de cuentas exigieron la devolución de su dinero al mismo tiempo, en una oleada de desconfianza en la solidez y seriedad del banco, provocando su insolvencia.
Hasta 42.000 millones de dólares de depósitos fueron retirados en un solo día, y el 10 de marzo, dos días después del anuncio, entró en juego la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC): el organismo que protege a los depositantes estadounidenses no tuvo más remedio que certificar la mayor quiebra bancaria desde 2008 (año tristemente célebre por la crisis desencadenada por las hipotecas subprime que contagió a la economía mundial) y asumir la dirección del Silicon Valley Bank.
El efecto contagio a otros dos bancos estadounidenses
La quiebra del Silicon Valley Bank fue la espoleta que desencadenó, apenas 48 horas después, la quiebra del Signature Bank, la tercera mayor de la historia de Estados Unidos. En este caso, tras presenciar una estampida bancaria similar a la de Silicon Valley Bank, la Federal Deposit Insurance Corporation cerró preventivamente Signature Bank por "riesgo sistémico" para proteger a los clientes, poniéndolo de hecho bajo administración judicial.
La FDIC trasladó así todos los depósitos y todos los activos de Signature Bank a Signature Bridge Bank, N.A., un banco gestionado directamente por la propia FDIC, a la espera de la venta de los activos de Signature Bank a un nuevo banco.
El tercer capítulo de esta breve pero importante historia es la quiebra del First Republic Bank de San Francisco, menos de dos meses después de las dos primeras. Si Silicon Valley Bank tenía 209.000 millones de dólares en activos bajo gestión en el momento de su quiebra, First Republic Bank cerró con 229.000 millones, lo que supone la segunda mayor quiebra bancaria de la historia de Estados Unidos.
En total, los tres bancos superaban los 500.000 millones de dólares en activos en el momento de la quiebra, una cifra similar a la suma de lo que gestionaban los bancos que quebraron en la crisis de las hipotecas subprime de 2008.
El caso de Credit Suisse
Como acabamos de ver, los primeros meses de 2023 fueron fatales para tres grandes bancos estadounidenses, pero si nos trasladamos a Suiza, observamos que en marzo, las acciones de Credit Suisse sufrieron un batacazo que les llevó a perder hasta un 31% de su valor, lo que provocó una gran preocupación en los mercados europeos y en el sistema bancario suizo.
Hay que decir que Credit Suisse también había estado en el ojo del huracán en el pasado, pero nunca había llegado al epílogo de hace unos meses. El consejo de administración de Credit Suisse pidió al Banco Central Suizo que acudiera al rescate de la entidad y actuara, junto con las autoridades supervisoras, para encaminar a Credit Suisse hacia la absorción por el mayor banco suizo, UBS. Una medida que tranquilizó a depositantes, inversores y a la comunidad financiera internacional.
La advertencia de la Reserva Federal: recesión a la vuelta de la esquina
Aunque la crisis bancaria no ha sacudido especialmente los mercados, como ocurrió en 2008 con las hipotecas subprime, llevará a la economía estadounidense a la recesión a finales de año. Así lo ha anunciado la Reserva Federal (FED), el banco central estadounidense, explicando que la mezcla de tipos de interés elevados para frenar la inflación y las turbulencias del sector bancario desencadenadas por las quiebras provocarán una ralentización de la economía estadounidense de aquí a diciembre de 2023.
En concreto, las estimaciones hablan de un crecimiento del PIB estadounidense de sólo el 0,4% este año, y según las actas de la FED "se iniciará una leve recesión a finales de año, con una recuperación en los dos años siguientes". También se hizo eco de la FED el Fondo Monetario Internacional, que prevé una posible ralentización de la economía mundial y una recuperación muy lenta, por lo que los próximos cinco años serán complicados según sus estimaciones.
Las repercusiones de una recesión
El círculo vicioso que se desencadena cuando se oye hablar de una inminente recesión empieza en este caso por los bancos y se traduce en menos capital invertido en todos los sectores de la economía, ya que los que tienen liquidez temen la incertidumbre sistémica y el riesgo de no recuperar su dinero, con lo que aprietan las tuercas.
Además, estas quiebras bancarias provocan una pérdida de confianza en el sector crediticio, con menores niveles de endeudamiento. Menos crédito significa menos inversión, menos consumo y, desgraciadamente, menos trabajo. De ahí el aumento del desempleo, que genera aún más desconfianza hacia el futuro y aún menos consumo e inversión, hasta que se rompa esta concatenación negativa para la economía real.