Muchos inversores dedican largo tiempo a escudriñar los datos económicos de China y los comentarios de los responsables políticos sobre el país con el fin de calibrar la situación y las mejores oportunidades de crecimiento futuro de la que ya se ha convertido en la segunda mayor economía del mundo. Sin embargo, para obtener una imagen real, nuestro equipo de renta variable emergente cree que las cifras y los titulares no pueden sustituir al análisis in situ de cada una de las empresas.
Durante nuestro viaje, apreciamos que en las empresas se mostraba un optimismo prudente: nos dijeron que se había registrado un aumento de los nuevos pedidos desde principios de año, aunque la visibilidad era limitada. No obstante, las condiciones económicas de China siguen siendo mediocres.
Los textiles, las máquinas-herramienta, la electrónica de consumo y otras industrias tradicionales están saliendo relativamente mejor paradas, mientras que los sectores de la energía solar y las baterías de litio se están quedando rezagados. Las empresas con exposición a industrias exportadoras nos dijeron que habían experimentado una fuerte demanda en el primer semestre, pero que los aranceles de EE.UU. y Europa siguen suscitando preocupación para el futuro. Para compensar las posibles sanciones, las empresas se expanden cada vez más al extranjero, sobre todo a otros países de Asia y a México. De este modo pueden intentar evitar posibles sanciones a los productos fabricados en China y encontrar nuevos clientes. Para los proveedores de piezas, también puede tratarse de seguir a aquellos de sus clientes chinos existentes que ya se han expandido.
Revolución robótica
Toda esta información exhaustiva nos ayuda a fundamentar nuestras decisiones de inversión: en este caso, por ejemplo, hablar con las empresas nos ha confirmado nuestra cautela acerca de las perspectivas a corto plazo de las empresas industriales chinas y, por ahora, nos hemos abstenido de invertir.
Pero nuestras conversaciones también han sacado a relucir oportunidades. Un sector en el que hemos visto mucha expectación es en el de los robots humanoides: máquinas que imitan la forma del cuerpo humano y que pueden hacer algunas de las cosas que hacemos nosotros. La demanda se está viendo impulsada como consecuencia del envejecimiento de la población activa y la reticencia de los jóvenes a trabajar en el sector manufacturero tradicional.
Goldman Sachs calcula que el mercado global de robots humanoides podría alcanzar los 38.000 millones de USD en 2035, con más de 250.000 unidades enviadas en 2030, frente a las 1.000 de 2023.
China está apostando por esta tendencia en toda la cadena de valor. Los robots están siendo desarrollados por empresas como Xiaomi y UBtech, y esta última espera tener su último modelo funcionando en las fábricas en los próximos dos años. Otras empresas se dedican al suministro de piezas para los robots. Mientras tanto, fabricantes chinos tales como la empresa de vehículos eléctricos BYD, están dispuestos a utilizar estos humanoides en sus líneas de producción. La primera fase consiste en realizar una única tarea muy repetitiva, como inspecciones, pruebas o manipulación de materiales. En la segunda fase, los robots trabajarán en varias tareas y, en la tercera fase, los robots tendrán la capacidad de realizar tareas más complicadas. A más largo plazo, los robots podrían utilizarse no sólo en las fábricas, sino también en actividades de servicios de acompañamiento, bienestar y cuidado de personas mayores. Curiosamente, UBtech habló sobre el desarrollo de rostros con rasgos y movimientos similares a los humanos para servicios de cuidado/acompañamiento, aunque aún queda mucho para cumplir ese objetivo.
Apogeo del cobre
Las tecnologías avanzadas también fueron un tema clave cuando visitamos una mina de cobre en Perú: este viaje nos ayudó a conocer mejor la cadena de valor del cobre en su totalidad, desde el proceso de extracción hasta sus aplicaciones prácticas cotidianas, a menudo invisibles, en el interior de los teléfonos móviles y los vehículos eléctricos. Las visitas a las explotaciones son siempre un buen recordatorio de los avances que están realizando las empresas mineras en materia de automatización: en lugar de la estereotipada imagen de multitudes de trabajadores con las caras cubiertas de polvo, vimos docenas de camiones que subían y bajaban lentamente por las rampas de la mina.
La visita confirmó nuestra postura positiva general con respecto a los fundamentales estructurales del cobre. Por el lado de la oferta se han producido algunas restricciones debidas a las interrupciones de las operaciones mineras y al largo tiempo necesario para obtener los permisos (de hasta cinco años en determinadas jurisdicciones). Al mismo tiempo, el cobre está expuesto a varios factores impulsores de la demanda, como la transición hacia las energías limpias y la inteligencia artificial. La necesidad de cobre de los centros de datos, por ejemplo, no es nueva, pero está aumentando gracias al desarrollo de funciones de IA que requieren grandes cantidades de datos. JP Morgan calcula que, si la demanda global de potencia para centros de datos crece a un ritmo anual compuesto del 15%, se necesitarán 2,6 millones de toneladas de nuevo suministro de cobre para 2030.
Estos viajes nos permiten obtener información que no podríamos conseguir con simples reuniones con los equipos directivos en uno de sus viajes de negocios por Londres. Una cosa es oír hablar de protocolos de seguridad y otra distinta tener que seguirlos, al igual que tampoco es lo mismo escuchar las explicaciones de una empresa sobre su competitividad en la curva de costes que ver en persona lo que la hace tan eficiente en ese aspecto. Las conversaciones con los empleados permiten obtener información sobre la práctica real en el día a día. En la mina que visitamos se prestaba especial atención a la seguridad y al medio ambiente, y se reciclaba más del 70% del agua utilizada en las operaciones. Estas iniciativas son esenciales en un mundo en el que la huella medioambiental y social de las industrias es objeto de un creciente escrutinio y se ve sometida a una regulación cada vez más estricta.
Ya sea en China, la India, Perú u otros países, las personas que conocemos en nuestros viajes como inversores en renta variable emergente están rebosantes de energía emprendedora. Conocerlas a ellas y a sus empresas no solo enriquece nuestra visión del mundo, sino que ofrece valiosísimas perspectivas que nos permiten maximizar la rentabilidad para nuestros clientes.
Aumentando la demanda
El cobre es también un componente fundamental de los teléfonos móviles, que se están convirtiendo en una parte esencial de la vida en mercados emergentes tales como la India. En una visita a Udaipur –una ciudad relativamente pequeña para los estándares de la India, de aproximadamente medio millón de habitantes y situada en Rajastán, al noroeste del país–, observamos que todos los asientos del aeropuerto estaban equipados con puntos de carga para móviles. Esto no es algo a lo que estemos acostumbrados en el aeropuerto londinense de Heathrow, por ejemplo, pero quizá no sea tan sorprendente en la India, donde los teléfonos móviles son ahora esenciales para todo, desde comprar mangos a un vendedor callejero a la vieja usanza hasta hacer la compra a través de una aplicación. En una conversación con el presidente de la National Payments Corporation of India, nos enteramos de que el 80% de los pagos digitales del país se realizan a través de UPI, un canal creado por el Gobierno a través del cual se realizan 1.000 millones de transacciones al día.
La razón principal de que los pagos digitales hayan prosperado en la India (y en otros lugares de Asia) es que no requieren mucha infraestructura subyacente; todo lo que se necesita es software como, p. ej., códigos QR. Esto contrasta con la infraestructura de pagos basada en hardware ya existente en Occidente, que provoca una adopción mucho más lenta.
En Blinkit, empresa filial de Zomato, los consumidores compran alimentos a través de una aplicación móvil; a continuación, los trabajadores de la plataforma recogen el pedido en una tienda cerrada al público situada en una zona de la ciudad donde los alquileres son baratos y lo entregan en sus bicicletas. Visitamos la tienda-almacén, hablamos con los repartidores y vimos la aplicación de su plataforma para entender cómo funciona a la perfección. Mientras estuvimos allí, dos terceras partes de los pedidos fueron entregados en menos de 15 minutos.
En muchos lugares de la India se apreciaban signos de mejora de la calidad de vida: paquetes de arándanos no autóctonos en la tienda de la esquina de una pequeña ciudad, nuevos trenes rápidos o mejoras en la atención sanitaria. Esta última es muy necesaria y, también en este caso, la tecnología puede ayudar. Fuimos testigos de cómo pueden gestionarse varias UCI desde un gran establecimiento hospitalario centralizado. Los sensores de los pacientes envían datos en tiempo real al centro de mando para que los especialistas puedan hacer un seguimiento eficaz a distancia de cada paciente. Las mejoras tecnológicas no son baratas, desde luego, pero un gasto en bienes de capital bien orientado no solo puede garantizar la mejora de los tratamientos, sino también unos mejores ingresos por paciente. Esa perspectiva de mejorar la rentabilidad con el tiempo hace que el negocio hospitalario sea más interesante que otras actividades de gran peso inmobiliario, como los hoteles o los centros comerciales.
Ya sea en China, la India, Perú u otros países, las personas que conocemos en nuestros viajes como inversores en renta variable emergente están rebosantes de energía emprendedora. Conocer estas empresas no solo enriquece nuestra visión del mundo, sino que ofrece valiosísimas perspectivas que nos permiten maximizar la rentabilidad para nuestros clientes.