P: Hannah, te consideras una optimista pragmática. Pero no siempre fue así, ¿verdad?
R: Hace una década, creo que sin duda me habría definido como una pesimista. Creo que por aquel entonces parecía que todo iba de mal en peor, era muy difícil ver cualquier tipo de progreso… Pero en torno a los últimos 10 años eso se ha dado un cambio radical, ahora puedo decir que soy una optimista pragmática… De hecho, estamos observando cambios sobre el terreno, solo se trata de acelerarlos.
P: Pero escribes que el mundo nunca ha sido sostenible.
R: El mundo nunca ha sido sostenible. Creo que tenemos la idea de que solo nos hemos vuelto insostenibles hace muy poco, tal vez en los últimos 50 a 100 años, cuando hemos asistido al auge de los combustibles fósiles. Creo que la definición básica de sostenibilidad presenta dos mitades. Hay una mitad, que es proteger el medio ambiente… para proteger a las generaciones futuras y no robarles oportunidades, y también para proteger a otras especies. Así que esa es la lente medioambiental.
Pero hay toda otra dimensión, que es querer proporcionar una buena vida a todo el mundo hoy, reducir el sufrimiento humano, porque todos en el mundo merecen un buen nivel de vida. Y para mí, la sostenibilidad es equilibrar ambas cosas al mismo tiempo.
No creo que lo hayamos hecho. En el pasado, nuestros ancestros quizá tuvieran una huella medioambiental muy baja, pero su nivel de vida solía ser muy precario. Un ejemplo que utilizo es que las tasas de mortalidad infantil eran extremadamente altas y obviamente causaban un sufrimiento humano inmenso. Ahora, en los últimos siglos, eso ha cambiado. Así que hemos mejorado enormemente el bienestar humano, pero a costa del medio ambiente.
Pero creo que podríamos ser la primera generación que logre ambas cosas al mismo tiempo… Creo que ahora estamos en la fase en la que tenemos las tecnologías, tenemos el poder político, tenemos el poder económico, donde estas cosas ya no son incompatibles.
P: ¿Qué nos impulsará hacia la sostenibilidad?
R: Creo que el principal problema con la sostenibilidad… es que no se tiene en cuenta del todo el coste real de estos bienes… Por eso, cuando se queman combustibles fósiles, el precio que se paga en el mercado no refleja el daño medioambiental y social futuro. Ahora bien, hay formas de empezar a rectificar esta situación, se puede poner un precio al carbono.
Fue muy difícil convencer a los países para que compraran electricidad solar y eólica cuando el carbón o el gas eran mucho, mucho más baratos. No les interesaba económicamente a corto plazo. Lo que hemos observado en la última década es la caída vertiginosa del coste de estas tecnologías con bajas emisiones de carbono. Hace una década, la energía solar y la eólica eran las más caras, pero ahora son las más baratas. En el caso de los coches eléctricos, las baterías eran tan caras hace una década, y ahora se están equiparando a las de los coches de gasolina y diésel… Ahora soy más optimista porque también veo que las oportunidades económicas a corto plazo se alinean con la sostenibilidad.
Sosteniblemente optimista
P: Pero sabemos que parte del mayor desafío no es el mundo rico, sino el mundo pobre. Y sabemos que esos países en desarrollo necesitan 2,4 billones de USD cada año para hacer frente al clima.
R: Las tecnologías con bajas emisiones de carbono están reduciendo su precio muy rápidamente… el precio por unidad de energía es inferior al del carbón o el gas. Pero creo que, en lo que respecta a la financiación, es muy importante reiterar lo diferentes que son las estructuras de costes de las energías renovables en comparación con los combustibles fósiles. Cuando se construye una planta solar o eólica, todo su coste es inicial. Pero una vez que están en el suelo o en la explotación, la energía es básicamente gratuita… Puede que tenga algunos costes de mantenimiento, pero los costes están bien anticipados… También por eso estas tecnologías son tan vulnerables a los tipos de interés altos. En el caso de los combustibles fósiles, en cambio, la construcción de la planta supone un cierto coste, pero la mayor parte consiste en comprar el combustible, el gas y el carbón y eso se distribuye a lo largo de décadas.
Si no se dispone de capital para construirlo en primer lugar, no se construirá. Así que sí, estas tecnologías son más baratas, pero hay un coste de capital inicial crucial que debemos tener en cuenta. Y si no tenemos inversores, principalmente del mundo rico, que desempeñen algún papel en su financiación, esa transición no hará más que ralentizarse.
P: ¿Tenemos que elegir entre mitigación y adaptación?
R: Independientemente de la rapidez con que avancemos en la reducción de emisiones, las temperaturas seguirán subiendo durante un tiempo. Y debemos asegurarnos de que todos en el mundo, pero principalmente los más pobres, que son los que menos han contribuido, sean resilientes a esas catástrofes. Lo que quiero decir es que, en lo que se refiere a las catástrofes del último siglo, hemos hecho progresos increíbles. Una de las razones por las que era tan pesimista en el pasado es porque recibía muchos titulares de catástrofes; creo que mi suposición entonces era simplemente que cada vez moría más gente por catástrofes que nunca. Pero, en realidad, si nos remitimos a los datos, hemos asistido a un descenso de este tipo de muertes a muy largo plazo durante el último siglo. Y eso no es porque las catástrofes no empeoren o sean menos intensas… Pero es porque nos hemos vuelto más resilientes a ellas. Tenemos sistemas de alerta temprana, las personas son más ricas, pueden vivir en edificios resistentes a terremotos y tenemos una agricultura más resiliente. Así que es un gran avance. Y debemos seguir viendo este progreso.
P: ¿Corresponde a la juventud solucionarlo?
R: Creo que la división generacional es en realidad un poco exagerada. Suele dar la impresión de que los jóvenes son los únicos a los que realmente les preocupa el cambio climático, pero a nadie más. En realidad, no me parece que eso sea cierto. Creo que es bastante injusto, creo que a la mayoría de la gente realmente le preocupa el cambio climático y quiere hacer algo al respecto. Hay un constante señalamiento con el dedo. Y para mí, eso no es muy productivo… Hay otras desigualdades mayores que debemos superar, pero se trata de un ejercicio colectivo.
Se puede elegir casi cualquier indicador del mundo y ver que no estamos donde queremos estar en ninguno de los indicadores de salud, hambre, pobreza o problemas medioambientales. Pero parte de la obra que estamos intentando pintar es que el mundo sea mucho mejor de lo que era. Muchas de estos indicadores van en la dirección correcta, así que el mundo está mejorando. Y los seres humanos realmente pueden progresar. Los datos demuestran que es necesario utilizar esas herramientas para afianzar esta comprensión de que el mundo puede ser mucho mejor. Así que está bien sentir inquietud, está bien preocuparse. Pero también necesitamos comprender que hemos progresado en el pasado, por lo que deberíamos ser capaces de progresar en el futuro si lo hacemos bien.