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ASG en la práctica: Evgenia Molotova habla sobre la inversión de impacto

Renta variable activa
La experiencia de Evgenia Molotova en sectores que no suelen asociarse a la inversión de impacto fue la fuente de inspiración de Positive Change, una estrategia de renta variable con un toque diferente
positive change

¿Qué despertó su interés por la inversión de impacto?

En el pasado, dirigí la filial de una importante empresa química estadounidense que producía pintura y tinta en una fábrica situada en el centro de Moscú. Vi de primera mano las repercusiones de nuestros procesos –la nieve del exterior de nuestra fábrica se volvía de todos los colores posibles en función del pigmento que estuviéramos produciendo ese día. Los trabajadores que manipulaban sustancias químicas tóxicas tenían poca cobertura sanitaria y ninguna red de protección social cuando había que recortar puestos de trabajo. Occidente ha mudado gran parte de su producción industrial contaminante a mercados emergentes, con lo cual básicamente ha trasladado los inconvenientes sociales y medioambientales al extranjero, pero los problemas persisten.

Posteriormente, inicié mi andadura financiera en la City de Londres, invirtiendo en títulos cíclicos tales como el petróleo, el gas y la energía. Vi cómo la actitud hacia las industrias pesadas cambiaba gradualmente durante la edad de oro de la tecnología, ya que la ponderación del sector energético del índice MSCI World cayó del 10% en 2011 al 3,5% en 2021.Fuente: [1] MSCI World Index, 2011 y 2021 En la actualidad, vemos que las empresas energéticas siguen generando buenos flujos de efectivo y rentabilidades, pero nadie quiere invertir en ellas.

La transición llevará tiempo. Tenemos que seguir invirtiendo en los sectores de la vieja economía, pero de forma responsable. Son una parte esencial de la economía global y, con frecuencia, los segmentos donde más necesitamos constatar cambios.

La transición energética llevará tiempo

¿Qué conclusiones se han sacado de todo esto?

Debemos examinar la cadena de valor en su totalidad y tener en cuenta las externalidades positivas y negativas. Los vehículos eléctricos necesitan litio, níquel o cobalto para sus baterías, incluso los edificios nuevos con más eficiencia energética requieren cemento y acero. Se podría pensar que invertir en paneles solares es algo positivo, sin embargo en China se ha quemado mucho carbón para fabricarlos.

Mi experiencia me ha hecho analizar el problema de manera holística. No quiero limitarme a comprar títulos tecnológicos y de energías limpias. Invertir únicamente en empresas que ya hayan llevado a cabo la transición o cuyas actividades tengan un impacto positivo es un objetivo encomiable, pero no resuelve la totalidad del problema. Perdemos la oportunidad de involucrar a los rezagados, los que realmente necesitan cambiar.

Industrias y materiales son sectores que se dejan de lado debido a sus externalidades negativas, pero son muy importantes para la sociedad. Al interactuar con los equipos directivos de las empresas, tenemos la oportunidad de encontrar soluciones con conciencia social o medioambiental que también son positivas para las cuentas de resultados. Cuando las empresas consiguen transformarse, las valoraciones mejoran.

Mi intención es analizar todos los sectores a través de esta óptica del impacto.

¿Están preparadas las empresas para el cambio?

Las empresas se ven sometidas a presión en todos los frentes, tanto por parte de los consumidores como de los gobiernos y los inversores.

Los hábitos de compra de los consumidores han cambiado. Ahora es habitual interesarse por la reciclabilidad del producto o de su envase. Como madre de un niño hiperactivo de 7 años, veo que la siguiente generación está recogiendo el testigo –mi hijo ya es un defensor del compostaje de los desechos alimentarios.

Los gobiernos también están cambiando las políticas y la normativa. El paquete de medidas de recuperación del COVID-19 de la UE, de 2 billones de EUR, exigía el cumplimiento de compromisos ecológicos, y los gobiernos de todo el mundo, incluidos los de los mercados emergentes, están imponiendo normas a las empresas para impulsar el cambio social. Los propios inversores se están inclinando más por las empresas que adoptan estrategias ASG.

Todo esto se traduce en que las empresas nos prestan atención cuando contactamos con ellas con ideas para nuestra interacción. El hecho de formar parte del Grupo Pictet, con su reputación de inversión responsable a largo plazo, también ayuda.

¿Cómo funciona la interacción?

No todas las empresas pueden cambiar. Una mina de carbón siempre será una mina de carbón, e incluso en las industrias que sí pueden cambiar, los equipos directivos pueden ser autocomplacientes y limitarse a hacer lo que siempre han hecho. Sin embargo, en la mayoría de los casos en que existen posibilidades de mejora, los equipos directivos se muestran receptivos a los objetivos de nuestra interacción y dispuestos a participar en el cambio –sobre todo cuando demostramos que crea valor. 

Hemos mantenido conversaciones con un importante fabricante de lentes de contacto de EE.UU. Cada año se tiran 14.000 millones de lentes de contacto desechables por el fregadero o el inodoro, por eso estamos estudiando con ellos la posibilidad de fabricar lentes biodegradables. Hemos comprobado la viabilidad con otros fabricantes de lentes de contacto, creemos que a los consumidores les gustaría y que generaría valor para la empresa.

Para que nuestras interacciones funcionen, los objetivos deben ser realistas, deseables y beneficiosos para la empresa. No somos activistas hostiles. A veces, aparte de nuestras interacciones, nuestro diálogo implica trabajar con las empresas sobre la mejor forma de comunicarse con los mercados de capitales –en este sentido, las compañías europeas parecen hacerlo mejor que sus homólogas estadounidenses. Con la ayuda de una mejor divulgación por parte de las empresas y un estímulo razonable por parte de los organismos reguladores, podremos demostrar de forma fehaciente que el impacto funciona. Estoy convencida de que, en cinco años, centrarse en el impacto se habrá convertido en la norma para todos los inversores en renta variable. 

Estoy convencida de que, en cinco años, centrarse en el impacto se habrá convertido en la norma para todos los inversores en renta variable.

¿Cuáles son los temas que le apasionan?

El aspecto social es muy importante para mí. Cuando era niña, en Rusia, mi padre trabajaba en el sector aeroespacial y de defensa y éramos una familia acomodada. Tras el cambio de régimen, ya no teníamos suficiente para comer. Pude ver cómo enormes capas de la población se volvieron vulnerables y carentes de apoyo estatal.

Me apasiona la inclusión financiera. Hoy en día, todo aquel que tenga un teléfono móvil puede acceder a la financiación y, dentro de la banca online, algunos bancos “challenger” –es decir, 100% digitales– tienen como objetivo específico a sectores desatendidos de la población. Su base de costes es tan baja que pueden obtener beneficios al hacerlo, mientras que los bancos tradicionales tienen unos costes de adquisición tan elevados que no pueden permitirse hacer lo mismo. Gran parte de esto se ha producido en el sector privado y ahora está llegando a los mercados públicos. También existe un enorme potencial en los seguros: en China, por ejemplo, tan solo el 2% de la población tiene un seguro médico privado.

Con la estrategia Positive Change, queremos democratizar el impacto.