Europa tiene planeado para 2025 la venta de automóviles eléctricos a precios asequibles. Esta declaración de intenciones tiene un talón de Aquiles: la necesidad de contar con baterías, las de litio siendo por ahora las más eficientes. Hoy por hoy, es imposible la movilidad eléctrica si no se cuenta con esta tecnología, y todos los sectores implicados buscan hasta el centro de la tierra una salida ante un problema de extraordinaria magnitud económica y social.
China cuenta con el 77% de capacidad de producción de baterías y Europa con el 6%. Ni la escasez de microchips, ni la crisis provocada por la pandemia ha frenado al gigante asiático en lo relativo a la producción de automóviles eléctricos.
Ante esta circunstancia, se buscan recursos y se prometen inversiones millonarias a lo largo del viejo continente. Alemania, el corazón del sector, ya trabaja en buscar soluciones ante las complejas perspectivas: en la ciudad de Guben (Brandenburgo), se construirá una planta que producirá 24.000 toneladas anuales de hidróxido de litio, que pondría en la carretera a más de medio millón de coches de este tipo.
Pero no todos están por impulsar estas necesidades industriales a gran escala. Es el caso de nuestro país, concretamente en Extremadura, donde un potente grupo extranjero trata de impulsar un ambicioso proyecto de explotación de este mineral, y cuya realización final está seriamente comprometida por la oposición de determinados colectivos sociales.
"Las baterías de litio no serán sólo una necesidad para los próximos 10 años; requieren enormes inversiones por parte del sector del automóvil y serán necesarias durante los próximos 30 o 40 años, como mínimo", en palabras de David Valls, director nacional de Infinity Lithium.
Las baterías de iones de litio son las que mejor rendimiento ofrecen y son las que se están produciendo en masa en el sudeste asiático. Existen otras tecnicas ya en uso, como las de litio-ferrofosfato, similares a las de litio, pero con peor rendimiento a bajas temperaturas. Una de sus ventajas es la ausencia de materiales tóxicos como el cobalto en su composición. De hecho, hoy en día, hay una auténtica carrera por sacar adelante nuevas baterías limpias como es el caso de las ion-zinc o ion-sodio, que podrían hacer sombra a las de ion litio. Sin duda, la tecnología nos dará futuras sorpresas.
El litio moverá montañas. De la misma forma que otros metales, como el caso del rodio, se ha convertido en herramienta fundamental para el desarrollo sostenible.
El gran salto cualitativo se prevé con la irrupción de una nueva tecnología en la fabricación de baterías de litio. Ya está en desarrollo, y a punto de incorporarse al diseño de marcas como Toyota: es la batería de litio sólido. Las ventajas de este tipo de baterías radican en que ofrecen mayor autonomía, un tiempo de recarga inferior y mayor seguridad que las baterías de litio líquido actuales. El equipo responsable de esta innovación aventura que es capaz de almacenar tres veces más energía que una batería de iones de litio líquido y que su tiempo de recarga es menor.
Por añadidura, este tipo de baterías no estallan o se incendian como puede ocurrir con las de litio líquido, por lo que dotan de mayor seguridad al vehículo. Por último, su coste de producción es menor, aumentando su eficiencia en todos los ámbitos.
Sin embargo, los metales son finitos y los grandes países productores no van a dejar un milímetro de ventaja a las economías dependientes. Una vez más, sólo una apuesta firme y arriesgada por la investigación puede evitar un desequilibrio económico de alcance planetario.
Baterías de litio: la solución de futuro de los coches eléctricos
Las baterías de litio son la respuesta a un futuro parque de automóviles no contaminantes. Su uso, sin embargo, no está exento de controversia. Los países asiáticos lideran ampliamente su fabricación, mientras que la Unión Europea se enfrenta a grandes desafíos por no tener acceso a las materias primas más básicas.